Cuando el papel me cortó el dedo, solo salió una gota de sangre del pequeño corte. Entonces, todo pasó muy rápido. “¡No!”, rugió Edward… Aturdida y desorientada, miré la brillante sangre roja que salía de mi brazo y después a los ojos enfebrecidos de seis vampiros repentinamente hambrientos…
sábado, 14 de febrero de 2009
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